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Entrevista a Yadira Calvo, autora del libro:

Mujer víctima y cómplice

    

Yadira Calvo  - Escritora - Investigadora

 

Por Julia Ardón

"Los Príncipes azules no me gustan en princesas cautivas suponen Tanto", Yadira Calvo

 

¿Quién es usted Yadira?  


Es difícil contestar esto. Decía cierto pensador que Juan son tres Juanes: el que él cree que es, el que la gente cree que es él, y el que es de verdad. Lo que sí puedo decir es lo que hago. Y lo que hago es escribir, desde finales de los setenta, tarea que he alternado con la enseñanza porque de las letras no se vive. Al menos yo no.

¿Uno es lo que hace, o también lo que no hace?

 


Lo que se hace no es lo que se es, aunque tenga relación; y lo que se es, va cambiando a través de la historia personal. La gente tiende a definirse por lo que hace, pero ese es un criterio muy reduccionista.

¿De dónde es Usted? 
 


Nací en Tucurrique, un pueblo de Cartago, aunque desde los ocho o nueve años vivo en Guadalupe.

 

Tucurrique, Churristate, chorrete, Turrúcares, Turrubares, Térraba, Súrtuba... ¿de dónde vendrán esos nombres? ¿Tendrán relación acaso?  


Eliminando “chorrete”, los demás sí supongo que tienen relación. Tucurrique, Tuquirrique, Tuquerrique o Cuquerrique, que con esas variantes se le conocía dada la dificultad de los españoles para la fonética local, era un pueblo indígena, gobernando al tiempo de la conquista por Fernando Correque, que entonces pasó de cacique a encomendero. Por influencia del catolicismo, casi todos los topónimos del país fueron sustituidos por nombres de santos. Debido a alguna extraña circunstancia, este pueblo y varios otros de la zona, como Atirro, Cachí, Tayutic y Chirripó, conservaron su hermoso nombre original. Claro que Fernando Correque tampoco se llamaría Fernando. Antes del adoctrinamiento los indígenas tenían nombres como Tuicbú, Corrobo, Churruz o Oristuviricá. La mayor invasión no es la de la tierra sino la de la cultura. Tucurrique ya no es indígena, aunque algunos de sus habitantes todavía conservan rasgos físicos de los pobladores originales.


¿Qué está haciendo ahora? 
 


Estoy escribiendo una obra inspirada en la imagen de Pigmalión, aquel personaje que en el mito griego esculpió una mujer de mármol y se enamoró de ella. Me parece que hay bastantes evidencias en el arte, en la ciencia y en la literatura, de que los hombres han seguido fantaseando con mujeres hechas según sus gustos, prejuicios o fantasías. Alterno este trabajo con artículos para La Prensa Libre y para Primera Plana.

¿Y los príncipes azules, los galanes, los super machos, los amantes perfectos y los héroes, quién los fabricó, Yadira?

 


No tengo nada contra galanes siempre que no sean fatuos y engreídos. Tampoco contra los amantes, ni perfectos ni imperfectos. Rhett Butler en Lo que el viento se llevó y Heathcliff de Cumbres borrascosas son para mí sus prototipos. Los príncipes azules no me gustan en cuanto suponen princesas cautivas a la espera de rescate. Son primos hermanos de Superman, de Batman y del Hombre Araña.

 

Ellos forman parte de la misma configuración patriarcal que incita a los niños a identificarse con héroes salvadores y todopoderosos, cuyo antecedente conocido más antiguo es Marduk en Babilonia, el asesino de la gran diosa Tiamat. Luego la mitología griega creó a Prometeo, un héroe que se roba el fuego sagrado de los dioses para darlo a los humanos, y Zeus lo castiga a él y a los hombres, mandando a fabricar una figura de arcilla, Pandora, ancestra de “la raza de las mujeres”, que trae a la tierra todos los males.

 

Los supermachos están en los mitos porque están en la mente. Tienen un origen muy antiguo y una vigencia constante. Hoy Prometeo, o Marduk, permanecen en el olvido, pero nos pasan películas de Rambo, de McGiver y James Bond. Son modelos de virilidad que se siguen ofreciendo a los hombres. Como dice la propaganda de una de una de estas zagas, que vi pintada en un bus: “Los héroes nunca mueren…sólo se recargan”.

¿Está contenta con lo que hace, Yadira?

 

Lo que quisiera estar haciendo es esto que hago, y que durante mi vida profesional activa sólo pude realizar a salto de mata, robándole tiempo al tiempo.

¿Por qué se le hizo difícil?

 

Durante muchos años tres hijos, primero pequeños, después adolescentes; unos compromisos laborales, unas obligaciones domésticas, ciertamente compartidas con un hombre sensible y bien dispuesto, pero también ocupado con iguales obligaciones e inquietudes semejantes. Los dos teníamos que esforzarnos por tener la familia en orden y el trabajo a punto .Todo esto era impostergable. Lo único que se podía postergar era la necesidad de escribir.

¿Qué es Costa Rica?

 

Costa Rica para mí significa las montañas que veo desde mi habitación cada mañana al levantarme; significa mis recuerdos de infancia y juventud, las personas que quiero, las calles que recorro, aunque tengan huecos, las costas que visito de tiempo en tiempo y que cada vez son menos nuestras. Se trata de un concepto muy íntimo, relacionado con las vivencias más preciadas de un ser humano. El concepto de patria está unido al sentimiento y a la emoción.

¿Dónde queda su país, Yadira? ¿Aquí?

 

Mi país está aquí, en la tierra de mis ancestros, o la que hicieron suya; donde amaron, trabajaron y murieron; es también mi tierra y con mucha suerte, la de mis descendientes, si no llega a ser antes colonia de los Estados Unidos.

¿Ve cerca esa posibilidad? A alguna gente eso le sonaría a sueño, a salvación...

 

Yo lo que veo es un país muy grande y codicioso al Norte, que desde hace muchos años ha estado intentando meter las garras en América Latina. William Walker contaba con el apoyo total de su gobierno. Pero hay formas mucho más disimuladas de colonización, en las que coopera activamente el pueblo colonizado y/o sus representantes. Creo que el Tratado de Libre Comercio es una de ellas. Otra se puede notar en las costas de nuestro país: todo es “for sale”. Las playas han dejado de ser nuestras y en ellas no hay casi anuncios en castellano. Es como si se estuviera en Malibú.

¿Dígame qué es para usted “Patria”?

 

Me gusta definirla según los versos del poeta panameño Ricardo Miró: “La Patria son los viejos senderos retorcidos/que el pie desde la infancia sin tregua recorrió/en donde son los árboles, antiguos conocidos/que al paso nos conversan de un tiempo que pasó”.

Qué belleza... ¿y se ha puesto Usted a pensar en eso de ser “patriota”? ¿ le parece válido el adjetivo?

 

Sí me he puesto a pensar y no me parece válido el adjetivo. El concepto de patriotismo tal como se utiliza en los libros de historia, no me gusta. Yo creo que no se trata de algo por lo que hay que condecorar a las personas y erigirles monumentos. Me parece que el patriotismo es algo más íntimo, relacionado con la honradez, el trabajo, la herencia de bien que podemos legar a quienes nos sucedan. Y eso que queremos legar es un país socialmente habitable, en donde la democracia no se convierta en demagogia, donde los gobernantes no sean vendepatrias, donde la naturaleza sea vista con respeto, porque somos parte de ella, y donde el civismo no se reduzca a la ceremonia de izar la bandera y cantar el Himno Nacional.

Ese mismo himno que por cierto nos llama a la mitad de la población a levantarnos de manera “viril” y empuñar armas por el honor...  ¿ Se acuerda que una vez hablamos del tema?

 

Desde luego, pero a muchas personas criticar el Himno les suena a herejía. Yo sí creo que un símbolo patrio no debe identificar valor y virilidad ni imaginar al pueblo como macho. Toda la estructura metafórica del Himno está basada en oposiciones masculino femenino, conceptuados como estereotipos. Por ejemplo, la paz es “blanca y pura”, como las novias ante el altar; la Patria se presenta como una “gentil” “madre de amor”, de suelo “pródigo” que nos da “sustento”; pero inerte, indefensa, expuesta a la agresión cuando alguno pretenda “manchar” su gloria. Este es un estereotipo de maternidad.

 

El pueblo es en cambio un “hombre”, dispuesto a defenderla, cuya faz se enrojece con la lucha del trabajo. Y no se trata de que ese vocablo se use como genérico: se está refiriendo a seres masculinos y a trabajos presuntamente viriles. En última instancia, las mujeres concretas estamos excluidas del himno, como estamos excluidas de la Historia. Por supuesto, todo esto revela una mentalidad.

Escuchándola se sienten claramente sus mayores intereses, Yadira...

 

Mis intereses prioritarios se relacionan con los cambios sociales a favor de las mujeres, con la necesidad de que las ideas de igualdad no se queden en parches al patriarcado o en discursos para ganar votos, sino en realidades concretas.

¿No cree que en ese sentido hayamos avanzado? ¿Qué más nos falta?

 

Sí, claro que hemos avanzado. Si una se pone a pensar que a las primeras mujeres que insistieron en asistir a las universidades las veían como marimachos y arribistas descaradas, claro que hemos avanzado. Pero todavía seguimos viviendo bajo criterios patriarcales. Dice una autora usamericana, Ethel Person, que “el auténtico poder personal se vincula necesariamente con la libertad de elegir”. Las mujeres todavía tenemos muy coartada esa libertad. Por ejemplo, el trabajo doméstico es una adscripción sexual. Se asume que nos corresponde por naturaleza y se nos induce a él desde la infancia. Es muy difícil contrariar los mandatos culturales. Por eso hacemos profesiones, pero se nos sigue encasillando como amas de casa, si no es que de hecho no seguimos funcionando como tales. Quiero aclarar que no tengo nada contra las “amas de casa” sino contra la falta de libertad de elección. Por otra parte, se mantiene el concepto del hombre “cabeza de familia”, una metáfora de San Pablo creada dos mil años atrás. El lenguaje no es gratuito. Tiene una carga ideológica que se debe desenmascarar. Esa carga ideológica pesa mucho sobre la vida de las mujeres.

¿Y su preocupación personal mayor? ¿ cuál sería?

 

En lo personal mi mayor preocupación es el bienestar de mis seres queridos.

¿Y en lo social?

 

La situación de las mujeres y de otros grupos infravalorados. No me gusta que la pertenencia a un determinado sexo, raza o clase signifique exclusiones de ningún tipo. Paralelamente me preocupan mucho los asuntos ambientales, el respeto a la naturaleza y la paz social.

¿Qué le parece el hecho de que cada vez más hombres se hayan ido acercando a nuestras causas?

 

Los hombres, o por lo menos algunos de ellos, siempre han apoyado nuestras causas. La “Declaración de Seneca Falls”, de 1848, considerada el documento que dio inicio a la lucha feminista organizada, llevaba las firmas de 68 mujeres y 32 hombres. La Unión Nacional de Sociedades para el Sufragio de la Mujer, en el Reino Unido, tenía muchos hombres asociados. En Costa Rica, a la causa del sufragio femenino se sumaron también algunos. Y es preciso decir que hubo muchas mujeres opuestas a estas causas. Por supuesto que en cuanto este tipo de movimientos dejen de verse como amenazantes para el orden social, habrá más personas que se adhieran a ellos.

¿ Cree que es cierto que las nuevas generaciones de varones se estén dando cuenta que el machismo y el patriarcado les limitan a ellos también? ¿ les atan a roles impuestos?

 

No me cabe duda. De un modo diferente, el patriarcado afecta también a los varones. Les ofrece un modelo de virilidad en el que deben ser exitosos, dominantes, valientes, poderosos amos de la tierra. Pero al mismo tiempo presenta esa condición como algo muy frágil que se puede perder por echar una lágrima, lavar platos o cuidar niños. Llevar esa carga encima debe de ser muy duro, porque se trata de un modelo al que cualquiera podría aspirar pero muy pocos logran conseguir, y no conseguirlo supone una pérdida del autorrespeto. Creo que la especie humana no es tan dicotómica como se nos ha hecho creer.

¿Y cuándo piensa en el futuro...¿ qué ve, Yadira?

 

Depende del día. Los sábados son mis días con más campanas, y los lunes no tienen música, pero en general más bien prefiero el optimismo y por lo tanto las utopías. Veo un país capaz de adoptar libremente sus propios derroteros; veo un mundo con agua pura, aire incontaminado, bosques y flores; veo una sociedad solidaria, sin prejuicios ni estereotipos estigmatizantes.

Dicen que lo que pasa es que uno ve al mundo según como uno sea... ¿ Será cierto?

 

Sí, seguro que sí. Es lo que plantea Anaïs Nin en una cita que hacés de ella en tu blog: “Nunca veremos las cosas tal como son sino como somos nosotros”. Ya había dicho el griego Protágoras, somos “la medida de todas las cosas”.

¿Qué lee usualmente?

 

Para leer no tengo preferencia por ningún género, leo de todo y con fruición siempre que me parezca bueno.

¿Y qué música le gusta oír?

 

Igual me pasa con la música, escucho desde los grandes compositores hasta las canciones de Paquita la del Barrio. Depende del momento.

¿Cómo?! ¿Se sabe la rata de dos patas?
¡Por supuesto!. Y también “Taco placero” y “La pistolita”. Me parecen muy cómicas, como todas las exageraciones. Son caricaturas, y como tales hay que entenderlas. Por otra parte, me parece que ella constituye un fenómeno sociológico digno de atención: un buen golpe al narcisismo machista que rezuman muchos corridos mexicanos.

¿Qué le estimula creativamente?

 

Lo que me estimula más para escribir es saber. En cuanto tengo unos datos interesantes sobre algún asunto, me empiezan a acosar las ideas y no me libero del acoso hasta que no las pongo por escrito.

¿Escribe con disciplina o sólo cuando le entran ganas?

 

Escribo con disciplina. Mi estudio es mi cueva. Ahí, rodeada de inciensos, música y velas, hago de la escritura un ritual cotidiano.

¿Y de los partidos políticos, qué piensa usted, Yadira?

 

Cuando se observa el entorno político, queda la impresión de que los partidos son comida de trompudos, y que casi cualquier cosa se vale para conseguir una posición o imponer una idea. Esto me repugna.

¿No se salva ninguno?

 

Posiblemente los hay peores y mejores, pero a mí la política me da repelús, porque tengo la impresión de que cualquier promesa y cualquier oferta se considera válida para ganar votos, aunque no se tenga ni lejanamente intención de cumplirlas.

¿Y los sindicatos?

 

Me parecen necesarios porque en la medida que la clase trabajadora se organice y cohesione en función de intereses comunes, extiende sus derechos y pone límite a los abusos de la clase patronal.

¿Entonces cree usted en la lucha de clases y aquello de los proletarios uníos...?

 

Pues sí. No en los mismos términos, pero dice un refrán que muchas gotitas de cera forman un cirio pascual. En tanto los problemas de grupo se vivan como individuales, no se pueden solucionar. Pareciera que las ideas no producen cambios mientras no las abanderen grupos organizados.

¿Y cómo ve la función social de las universidades?

 

Lo que espero de las universidades es que sean serias, estimulen el pensamiento crítico y el saber libre de prejuicios. Que no hagan creer a la gente que son los títulos los que dan conocimiento. Lo que cada cual sepa no depende de si lleva delante del nombre un Lic., un Mr. o un Dr. Como dice el pueblo, el movimiento se demuestra andando.

¿Y del Estado?

 

Lo que menos me gusta del Estado es que tenga una religión oficial, porque esto le da a la Iglesia injerencia para imponer sus criterios morales, los cuales podrían resultar válidos para los feligreses, pero no para quienes no los compartimos. El Estado debe ser laico.

Del gobierno ¿ qué me puede decir?

 

Del gobierno actual y de los últimos gobiernos me disgusta el entreguismo ante los Estados Unidos, el besamanos con los que se suponen amos del mundo y el descaro con que manipulan a su propio pueblo. Eso es humillante.

¿Le enoja? ¿ Cómo ha encauzado ese enojo, Yadira?

 

Me enoja y me frustra. No lo sé encauzar bien. Es algo que no tengo resuelto. Me pregunto cómo hay tanta inconsciencia todavía sobre lo que está ocurriendo, cómo los grupos poderosos mienten con tanto descaro y cómo se hacen y aceptamos simulacros de democracia.

Y de la empresa privada... ¿qué podría decir?

 

Me parece que se vuelve peligrosa cuando sobrepasa ciertos límites y empieza a poner la codicia y la explotación por encima de los intereses legítimos.

¿Qué personaje o personajes nacionales admira? ¿ por qué?

 

Admiro mucho a Carmen Lyra por la capacidad de llevar a la literatura el habla del pueblo; a Yolanda Oreamuno, sobre todo por sus ensayos, en donde planteó con una gran clarividencia vicios nacionales que continúan vigentes.

¿Y del mundo y de la historia de la humanidad....quién o quiénes le han inspirado más?

 

Por supuesto las luchadoras que en contra de los prejuicios, las burlas y la desaprobación, supieron abogar por los derechos que se les negaban: Flora Tristán, Mary Wollstonecraft, Emily y Christabel Pankurst, Elizabeth Cady Stanton, y muchas otras a quienes les debemos los espacios (todavía exiguos) de igualdad de que disfrutamos las mujeres hoy. Pero me inspiran también otras mujeres que crearon sus obras y lograron respeto a pesar del ambiente negativo para su trabajo, como por ejemplo Charlotte y Emily Brönte, Jane Austen, o Emily Dickinson, Virginia Woolf y Emilia Pardo Bazán.

Sobre todo las primeras, poco conocidas....

 

Sí, son poco conocidas, pero muy importantes. Flora Tristán era una francesa de origen peruano. Tal vez se la conozca mejor por haber sido la abuela de Paul Gauguin. Fue la primera persona en escribir un Manifiesto Obrero. En él incluyó como obreras a las empleadas domésticas. Viajando llegó a darse cuenta de que todas las mujeres eran parias, y se dedicó a la lucha feminista dentro del socialismo. Mary Wollstonecraft fue una pensadora inglesa que escribió una obra para denunciar la opresión de las mujeres. Algo curioso es que su hija, Mary Shelley fue la creadora de Frankestein, y en la actualidad el monstruo fabricado de retazos humanos es mucho más conocido que estas dos autoras geniales.

Yadira...una última cosita.... ¿ qué es lo que la hace más feliz a usted?

 

Lo que me hace más feliz es sentir cerca la respiración de mi marido, saber que nos apoyamos mutuamente, que lo quiero y me quiere, y que esta reciprocidad ha superado la prueba del tiempo.

 

 

http://www.juliaardon.com/2009/03/los-principes-azules-no-me-gustan-en-tanto-suponen-princesas-cautivas-yadira-calvo/

 

 

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